viernes, 2 de diciembre de 2016

Clases Particulares con el Doctor Cullen + 18: 23 CAPITULO

Hola miles de gracias a quienes lo leéis, recordad que me nutro de seguidores y comentarios, espero que lo comentéis. Hoy toca el capítulo "despertar"

Como siempre os digo, si veis algún fallo decírmelo, lo he repasado pero siempre queda algo, gracias. :) 


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POV CARLISLE

Se despertó pronto, la miré, sonrió, que bonita sonrisa, tenía, la besé suavemente, y me atrajo hacía ella, haciendo demasiado esfuerzo, y poniendo cara de dolor, me quise separar, pero no me dejó. (Cabezota pensé)

―Buenos días, amor. Dijo.
―Buenos días, ¿has dormido bien?, la pregunté.
―Perfectamente, contigo a mi vera. Dijo sonriendo.
―¿Te duele algo?, la pregunté.
―¿Qué pasó?, preguntó.
―Te caíste, te tropezaste con la sabana. ¿No te acuerdas?, pregunté nervioso.
―Sí, eso sí, después. Dijo.
―Ah! Te llevé al hospital de la isla, y tienes una muñeca, un tobillo y una costilla rota, por lo demás esta perfecta. Dije de guasa.
―¡Vaya! Y yo que pensaba que había ido al cielo. Dijo riéndose.
―¿Tienes hambre, ¿te subo el desayuno? Dije.
―No, quiero bajar yo, me apetece, ¡ah! Y eso de irnos, olvídalo. Dijo.

Me quedé sin palabras, como podía saber que quería irme, si no había hablado.

―Cariño, ¿Cómo sabes eso?, le pregunté nervioso.
―Fácilmente, te conozco, estoy bien, el tobillo, se curará pronto, y tu y yo nos quedaremos aquí para hacer retoños, que no creas que se me olvidó. Dijo, tan feliz.
―Vaya, y como pretendes que se cure rápido, la dije.
―Fácilmente, me dará masajes Edward. Dijo riéndose.

Que mujer tenía, era tremenda. Edward, el perfecto caballero, mira que intentar ligarse a mi mujer, eso seguro que era otra de esas dichosas apuestas que hacían Emmett y él. Tendría que hablar seriamente con ellos.

―Cariño, tengo que llamar a mis hijos, para decirles lo bien que estas… dije con ironía.
―Uf, y no puedes esperar un poco más, me dijo mientras se vestía.
―Claro, pero están preocupados. Dije cariñosamente.
―Bueno, déjame el teléfono, llamaré a Sofía y a Nuria. Dijo, ordenándome. «Como me pone que me lo ordene, pensé»
―Toma. Dije. Pasándole el teléfono.

LA dejé hablar con las niñas, y me bajé a prepararle el desayuno, al cabo de un rato, la oí gritar, NI HABLAR. Me subí corriendo, y me la encontré riéndose en la cama, con el teléfono, en la mano.

―¿Qué ocurre, cariño? La pregunté.
―Que tienes unos hijos que para que. Dijo.
―¿Qué han hecho ahora?
―Quieren montarme una fiesta por haber vuelto a casa. Pensé que las fiestas estaban fuera mientras no estuviera Alice. Odio las fiestas. Dije.
―Vaya, hablaré con ellos. Te preparé el desayuno, sube. La dije. Tendiéndole los brazos.

Me la puse en los brazos, y la abracé cariñosamente la oí soltar un ¡ay!, no me acordaba de su costilla, la bajé con cuidado a la cocina, y la senté a la mesa.

―Voy hablar con mis hijos, para que alguno se quede contigo, tengo que “desayunar” yo también.
―Vale, amor. No tardes. Me dijo con voz melosa.

―No tardaré. Le dije, me encantaba cuando me hablaba así.

1 comentario:

  1. qué bien que Ana ya está mejor, con lo atento y cuidadoso que es Carlisle con ella

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