Hoooooola a todos, hace un mes aproximadamente en el grupo de Sonrisas de Facebook, se organizó un concurso de relatos, yo envié el mío y aquí os lo quiero dejar. Espero que os guste.
La noche había caído, cuando ella
salió a la calle, se sorprendió al ver las calles llenas de gente y de nieve,
hacia tanto tiempo que no veían la nieve, que estaban ilusionados, de lejos se
veían las luces de navidad y se oían los villancicos, Marta llevaba trabajando
todo el día y aún no había podido comprar el regalo para su hijo, se apresuró
por las calles hasta llegar a una juguetería muy conocida, pensando que allí
tendría ese juguete que quería su hijo, por suerte lo encontró.
Salió de allí y corrió para coger
el autobús que le llevaría a su casa, allí le esperaban sus amigos, subió dejó
el juguete bien escondido y volvió a bajar.
Allí estaban Andrés, Alberto, y las
chicas, se fueron todos a uno de los bares cercanos a su casa, varias horas
después cada uno se fue para su casa, Marta antes de llegar a su casa vio a un
hombre que se apoyaba de la barandilla del puente que conectaba con la ciudad,
no lo pensó y fue hablar con él, pensando que se iba a tirar, que equivocada
estaba ella.
― No se tire por Dios ―susurró ella llegando a su
lado.
El hombre giró la cabeza sonriendo, hacía mucho que no la
veía, no había cambiado mucho, se la veía más cansada, miró hacia todos los
lados buscando al pequeño que siempre la acompañaba, supuso que estaría
durmiendo en casa de la abuela, debía ir con tacto si no querían que lo
descubrieran.
―No tenía pensado tirarme ―comentó
suspirando―. Estaba esperando que llegara el nuevo día, quedan horas.
―Pero aún quedan bastantes horas
para que llegue ―le dijo ella.
―Lo sé, pero no tengo donde ir,
aquí no molesto a nadie, en un rato me sentaré en el banco, tranquila, váyase a
su casa ―le contó él.
Ella negó con la cabeza, toda su vida había aprendido a ser
solidaria con las personas que no tenían nada, así conoció a su marido y así lo
perdió, así que no se lo pensó dos veces y sonrió.
― ¿Por qué no te vienes a mi
casa hay habitaciones de sobra y por la mañana podrás ver el sol? ―Le preguntó
ella, tocándole el hombro.
No podía creérselo, ella seguía siendo solidaria, no era
seguro volver a esa casa, pero Gabriel pensó que ella no conocía ese cuerpo que
estaba usando.
― ¿Cómo sabe que no le haré
algo? ―curioseó él observándola bien, viendo sus reacciones.
Ella se encogió de hombros. No era
la primera vez que metía alguien en su casa y tampoco sería la primera vez que
la robaban, pero ella creía en las oportunidades para todos.
―No lo sé, pero si quisieras
robarme no me lo hubieses dicho, ¿no crees? ―Le indicó ella sonriendo y
enseñándole las llaves―. Vamos aquella de allí es mi casa, ¿has cenado? ―indagó
ella indicando con la mano el portal de su casa, vio que él negaba con la
cabeza.
Entraron por el portal y ambos subieron en el ascensor hasta
la quinta planta, ella le hizo esperar en el pasillo mientras llamaba a la
puerta del piso B, por la puerta salió una cabecita rubia y una mujer mayor que
la sonrió y le echó un vistazo al desconocido.
― ¿Qué tal pasó la tarde? ―Averiguó
susurrando ella, mirando a su pequeño hijo que se acercaba a ella en pijama,
que lo cogió en brazos, acunándole, ―hoy
te vas a quedar con la yaya, ¿de acuerdo Gaël? ―El niño mira a su madre y
asiente con los ojitos, echándole los brazos a la abuela.
― Bien, hizo los deberes y estuvo
jugando con los gatos, ¿quién es? ―respondió moviendo la cabeza hacia el
desconocido.
―Siempre has dicho que es bueno
ayudar al prójimo, me lo encontré en el puente a punto de tirarse, le pregunté
y me lo he traído, le daré cama y cena, luego ya veremos. Sé lo que vas a
decir, tendré cuidado. Mañana recojo al pequeño, salgo antes… ya sabes. ―Dice
de carretilla.
La abuela asiente, vuelve a mirar al desconocido que se va
con ella, Gaël también le sigue con la mirada, no sabe porque pero algo en ese
hombre le inspira mucha confianza.
―Vamos, entremos en casa, que ya
es hora. ―indica moviendo la cabeza, no sin antes observarle, el pobre tiene
cara de no entender nada―. Ella es mi madre, cuida a mi hijo porque yo trabajo
hasta tarde. ―Explica sin saber por qué lo hace.
Entran en la casa, la cual sin su hijo parece vacía, deja el
bolso encima de la mesa auxiliar de la entrada y le indica que pase.
―Por cierto, ¿Cómo te llamas?
―le pregunta ella mientras se quita el abrigo.
―Soy Gabriel ―le responde él
pensando que para que mentirle.
―Vaya, hace años que no oía ese
nombre. ―Piensa en alto mientras mueve la cabeza―. Yo soy Sofía. Ven te
mostraré la casa. Aquí, está el salón, enfrente está la cocina, ―se gira para
hablar con él―. Puedes hacerte lo que quieras si sabes cocinar, si falta algo
me lo dices. ― Continua hablando―. Por este pasillo se van a las habitaciones,
―se acercan al pasillo, y abre una de las puertas―. Esta será tu habitación no
es muy grande pero lo justo para que puedas pasar la noche o noches. El baño
está dentro, no lo tienes que compartir, y por último pero no menos importante,
mi cuarto está al fondo, el de la puerta rosa.
Después de esa gran explicación, le deja y se va a su
habitación, no sin antes dar una vuelta y volver a mirarlo, realmente es guapo
el chiquillo, pero niega con la cabeza quitándose esos pensamientos.
Al día siguiente, ella realizó sus hábitos, ducharse,
desayunar y cuando estaba a punto de salir de su casa se acordó del
desconocido, fue hacia la habitación y la vio abierta, la cama hecha y sin el
chico, “¿dónde se habrá metido?” se preguntó mientras le buscaba por la casa,
al no verle se encogió de hombros, cogió su bolso y se fue a trabajar, por la
tarde cuando salió de trabajar se encontró de nuevo a Gabriel en la barandilla,
esperándola.
Se acercó a ella y la besó, como nunca antes nadie le había
besado, cuando terminó de besarla, la obsequió con una sonrisa y subieron a la
casa, pero no sin antes de recoger al hijo de ella.
―Gracias por darme la
oportunidad de vivir aquí estas noches, aunque el día de navidad tendré que
irme ―indicó él tristemente.
―¿Por qué? ―Preguntó ella
cogiendo al pequeño en brazos.
―Ya te lo diré.
Le quitó al niño de los brazos y se puso hacerle el avión, a
ella se le humedecieron los ojos, le recordaba tanto a su marido. Negó con la
cabeza, y preparó las cosas para la noche, ya que esa noche era nochebuena.
Debía aprovechar a estar con él.
―Voy a darle de cenar al niño y
lo acuesto y nos quedamos charlando, ¿de acuerdo? ―le preguntó ella convencida
de pasar una gran noche.
Él asintió y se sentó en el sofá a esperar a que ella volviese,
necesitaba contarle todo, aún seguía esperando a su marido, él sabía que jamás
lo volvería a ver.
―Ya estoy aquí, siento la espera
el niño estaba inquieto, hoy es una noche especial.
―No te preocupes, ¿dónde está el
padre del niño? ―preguntó inocente.
―Mi marido desapareció hace seis
meses, no nos dio tiempo a despedirnos de él, desde entonces el pequeño no
habla. ―se lleva las manos a la cara y solloza sin descanso.
―Lo siento ―se disculpa él.
―No pasa nada, tú no tienes la
culpa. ―indica ella mirándole a los ojos.
Él suspira…
―Realmente sí es mi culpa, debo
confesarte algo.
Ella comenzó a temblar, pensando que podía ser malvado o
algo, su marido había desaparecido sin dejar rastro y ella no se cansaba de
buscarlo.
―Tranquila, ―le dice mientras la
acaricia―. Como te dije mi nombre es Gabriel, ― la ve asentir―. Soy uno de los
arcángeles del cielo. ―La vio atragantarse con el vino―. ¡Ey! Respira, pequeña,
venga, venga. ―Comenzó a golpearle la espalda―. ¿Mejor? ―Le preguntó asintiendo
esta.
―¿Arcángel? ―preguntó ella
mirando hacia el pasillo.
―Sí. ―Suspirando decide
continuar―. Hace unos años, muchos ángeles decidieron bajar a la Tierra para
formar familias, Rafael te vio y quiso conocerte, cuando os prometisteis él quiso
contarte todo, para que el día que él desapareciese tú no lo extrañaras, pero
el destino no os dejó, fue cuando te quedaste embarazada del pequeño Gaël y
todo lo que se había pensado se volvió difuso, hace seis meses fue llamado de
nuevo al cielo y no pudo negarse a la orden y por ello vosotros os habéis
quedado desamparados, por eso estoy yo aquí hoy, he venido hablar contigo y
darte una única opción, sí decides aceptarla estarás con él para siempre sino…
os haré olvidar todo. ―Le explicó todo con paciencia.
―¿Qué opción es esa? ―preguntó
ella con lágrimas en los ojos.
―Podréis iros tú y tu hijo a
vivir con Rafael al Cielo, pero no podréis volver a pisar la Tierra nunca más.
―Gabriel se puso muy serio.
―¿Y mi madre? ―quiso saber ella.
Él negó con la cabeza.
―Te olvidará.
―¿Hasta cuándo tengo para
pensarlo?
―Hasta las doce de la noche, es
decir dentro de 15 minutos.
―Prefiero quedarme aquí, olvidar
todo, mi madre no se merece olvidar a su hija y nieto, prefiero olvidarme de
Rafael para siempre.
―De acuerdo que así sea.
Ella comenzó a
sentirse muy cansada, sus parpados no se mantenían abiertos, los cerró y
Gabriel la cogió entre los brazos y la llevó a la cama, a la mañana siguiente
ella se olvidaría de Rafael, de él mismo y de toda la historia, aunque la
seguiría vigilando ya que Gaël sería un niño especial en un futuro lejano.
Navidad, 8 de la mañana
― Mama, Mama despierta, ha
venido papa Noel. ―Gritaba el pequeño Gaël, moviendo la ropa de su madre.
―Gaël cariño aún es pronto.
―respondió ella despertándose.
―Vamos mama.
Sofía abrió los ojos y por primera vez sonrió pensando en
que su hijo volvía hablar, no se preguntó el motivo, iban a disfrutar el día
como si no hubiese un mañana.
FIN
ohhh, qué bonito!!! me ha gustado mucho
ResponderEliminarQue bonito y que triste a la vez!! Es una historia preciosa
ResponderEliminarUna dura decisión.... muy bonito Ester
ResponderEliminarOhhh es muy bonito pero triste al mismo tiempo. No sé si yo habría hecho esa elección jejeje. Felicidades. Un besazo!
ResponderEliminarOhhh es muy bonito pero triste al mismo tiempo. No sé si yo habría hecho esa elección jejeje. Felicidades. Un besazo!
ResponderEliminarBuenisimo. Lloras de alegria y emoción al mismo tiempo. Estamos sin duda ante una gran escritora. ANTONIO HERRANZ
ResponderEliminarTiene todo para ser un gran relato: personajes nítidos, hilo y ritmo narrativo que engancha, buenos recursos literarios, y hace pensar. Y es tan emocionante!!! Tan alegre, tan triste a la vez. La vida misma. La Navidad. Ester convierte la vida cotidiana en una aventura trepidante. ANTONIO HERRANZ
ResponderEliminarMuy lindo Ester.
ResponderEliminarHola guapa !!. Qué bonito Ester 👏👏👏 y por éstas fechas leer relatos como él tuyo hacen que sean aún más mágicos preciosa. Besos y nos leemos 💋💋💋
ResponderEliminarDelia------------La guarida de los amantes.
Que bonito!!!
ResponderEliminarNos leemos wapisima
Oh! Que bonito!!
ResponderEliminarMe ha encantado, te ha quedado precioso 😍
Besos guapa!
Nos leemos.
María | Cazadores de Libros
Oooh! La historia es bonita! Es triste y alegre al mismo tiempo, pero te ha quedado muy bien. Nos leemos.
ResponderEliminarBesos!