Hola miles de gracias a quienes lo leéis, recordad que me nutro de seguidores y comentarios, espero que lo comentéis. Hoy nos vamos de luna de miel.
Como siempre os digo, si veis algún fallo decírmelo, lo he repasado pero siempre queda algo, gracias. :)
Como siempre os digo, si veis algún fallo decírmelo, lo he repasado pero siempre queda algo, gracias. :)
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POV Carlisle
Isla Cullen, como cariñosamente la habían
apodado los niños. En realidad, se llamaba Isla del Doctor Cullen, como la
había escrito en las escrituras.
Mi mujer dormía en el asiento contiguo, y
la pobre y mis cuñadas iban iguales o peor, tanta fiesta no es podía ser bueno.
Alice me había asegurado que se iban
aportar bien e iban a dormir todo el camino, que era largo.
Vi a Edward y a Emmett, echar pulsos, así
que me levanté a dar una vuelta, mientras el mundo dormía.
Me llegó una camarera para decirme que estábamos
llegando a nuestro destino, que me sentara. Hice eso y a la vez desperté a Ana,
y me miró, susurré “ya hemos llegado”.
Cogimos un barco en el puerto, y nos
dirigimos a nuestra isla, el caso es que veías a Edward mirando a Emmett con
cara de lujuria.
Suerte que tardamos 10 minutos en llegar,
Emmett cogió a Nuria en brazos, Edward también a Sofía, y yo hice lo mismo.
Cada uno a una casa, yo en mi caso, a la
de Azul, Emmett se la llevó a la más grande donde tenía todo su arsenal de
juguetes...., y Edward se la llevó a la que estaba en la playa.
EDWARD Y SOFIA
Edward estaba nervioso, nunca antes había
dado tanto amor, como ahora, él sabía que a ella le iba a encantar la casita de
la playa, porque tenía unas grandes vistas.
Ella estaba preciosa, siempre lo había
sido, la estaba dejando tiempo para ella, para arreglarse, y descansar, me
había pedido que me fuera a dar una vuelta, así que decidí irme al mar un rato,
a darme un gran remojón.
Supe que ya estaba lista porque sus
pensamientos eran de lo mejor, se había cambiado 3 veces de ropa, al final se
había decantado por un conjunto de lencería negro con partes rosas.
Me estaba poniendo cachondo solo con imaginármela
con ello puesto. Así que me arriesgue, a ir, llamé a la puerta y me abrió, no
la dio tiempo a decir nada, me tiré con ella encima de una cama, y empecé a
recorrer sus labios con mi boca, su pelo con mis manos, no la dejé ni moverse,
solo deseaba comérmela y devorarla.
Su sangre me llamaba, no sabía como era
posible, había conseguido estar tranquilo hasta ese momento, tuve que parar,
ella estaba temblando, no se si de emoción, o de miedo. Intenté leer sus pensamientos,
pero no lo conseguí, «que me estaba pasando».
La oí susurrar “Edward sigue por favor” ósea
que le estaba gustando, así que seguí jugando con mi lengua por su cuerpo, pero
mi mente quería morderla el cuello, así que paré de nuevo, y fue cuando ella
tomó las riendas de la situación, me mantuvo en la cama, debajo de ella, sus
manos subían y bajaban por cada centímetro de mi cuerpo, no comprendía como
podía ser que ella fuera más poderosa que yo.
Empezó a bajar suavemente, por mi piel,
hasta llegar a mi parte sexual, mi órgano, estaba eréctil, completamente, lo
masajeó hasta que estuvo más duro de lo habitual, empecé a notar que me iba a
correr en sus manos, así que decidí, dar la vuelta a la situación, eso le
gustó, la voltee y fui a tocar su sexo, estaba caliente y húmedo, le fui
introduciendo dedos uno a uno, hasta que estuvo a punto de correrse en ese
momento le introduje mi miembro, y fue un momento de explosión, fui más rápido,
cada vez hasta que se corrió y me corrí.
La dejé descansar, y me fui a dar un
paseo, necesitaba hablar con mi padre, había tenido un momento de debilidad.
Que podía haber costado una vida.
EMMETT Y NURIA
Emmett le había dicho a Nuria, que no se
pusiera ropa, que mejor desnuda, ella había aceptado con la condición de que él
fuera con un boxer negro de cuero.
Emmett se había dedicado a sacar sus
cosas, para que ella las viera, ella estaba un pelin acojonada con tanto
material disponible.
Espuma de cerezas con nata, Octopus, los tentáculos del placer,
Esposas de suave satén, Pala de piel Pink Deluxe, bolas chinas, Juego erótico
Fantasy Play, Estimulador de pezones multivelocidad en rosa, y vendas para los
ojos.
Cuando vio el estimulador pegó un jadeo, que sonó en toda la
habitación, Emmett levantó la cabeza, y se acercó suavemente a ella, la besó
tiernamente, y la dijo susurrando “nunca he estado con una chica como tu”
Él se acercó de nuevo a sus juguetes, y cogió la venda para los
ojos, y se la puso, a ella, que estaba nerviosa, él le puso el estimulador de
pezones para que fuera poniéndose a todo ya que él ya lo estaba. Ella notó el
estimulador, y empezó a jadear, se estaba poniendo a tono.
La quitó es estimulador, la esposó al cabecero, juntando sus manos
arriba de su cabeza, haciendo que los pechos subieran de tamaño, además la
abrió con suavidad las piernas enganchando otro juego de esposas a sus pies en
la cama. Continuó untándola de espuma con nata, por zonas como los pezones, el
hombriguito, su sexo.
Y una vez así la empezó a lamer, con su boquita y su lengua,
recorriendo cada rincón cubierto de espuma.
Realmente acabó dejando al lado los juguetes, porque para juguete
ya tenía a su muñeca a su lado, la quitó las esposas, y la empezó a besar
suavemente el cuello, tuvo la misma tentación de Edward morderla y merendársela,
pero el autocontrol de él fue mejor.
La acarició suavemente el cuerpo, y luego la abrió los labios inferiores
y empezó a comerse su sexo, una vez, dos, así hasta que se pusiera, cuando
estaba a punto de correrse ella, dejó de hacerlo, y la fue penetrando poco a
poco, dentro fuera, cada vez mas rápido, tanto que ella gritaba de placer, tan
suavemente le hizo el amor a su mujer que ni ella lo creía cuando ambos se
corrieron.
La dejó descansando, mientras él se iba a dar una vuelta, cuando
vio, a Edward, allí, se acercó.
―Hermanito que ocurre ― indicó
Emmett preocupado.
―Casi la muerdo, casi la mato ―expresó
Edward.
―Pero no lo hiciste, ¿No? ―preguntó
Emmett.
―No, pero voy a hablar con
Carlisle, se que tu también has tenido tu momento de debilidad. ¿Vienes? ―comentó
Edward.
―Sí, déjame que la deje una nota
a mi nena. ―apuntó, Emmett, la dejó la nota, diciéndole donde iban a estar.
CARLISLE Y ANA
Carlisle estaba seguro, de resistirse ante Ana, la cual, para
disfrute mío, se había vestido para la ocasión.
Ella era una niña mala, se había disfrazado de colegiala, sabiendo
que eso me ponía y mucho.
Quise ir a por ella pero me lo impidió, se acercó a mí, y me
susurró.
―Tranquilo, profe, aun no hay que
empezar. ―Eso me hizo ponerme más aun.
―Tú lo que quieres es matarme, ¿verdad?
Diablesa ―Le dije.
―¿Yo?, pero si ya estas muerto, quédate
ahí quieto ―me indicó.
La miré embobado, que pensaba hacerme, dios, me quería morir, de
nuevo. Puso música para la ocasión. Y se puso a bailar suavemente alrededor de mí.
Sensualmente, mientras yo quería hacer algo, pero ella era la que
mandaba, empezó a quitarse la ropa, poco
a poco, uff, me estaba poniendo a 100. En ese momento sonó el móvil,
quien sería ahora. Me pregunté.
Ella puso mala cara, no me extrañaba, vi el número, Alice. Que habría
visto.
―Cariño es Alice, lo cojo, ¿vale?
―la dije mirándola sonriendo.
―Venga vale, pero solo por ser
Alice. ―expuso paciente.
―Dime, Alice, ¿qué pasa?
―Carlisle es Edward, le he visto
mordiendo el cuello a Sofía, pero se ha controlado, creo que van a ir a verte
los dos, él y Emmett. Así que si quieres polvo con tu mujer, date prisa, tienes
menos de 15 minutos. ―explicó ella.
―Gracias, Alice, se lo comentaré.
― expuse, yo resignado. Ella me mataba y mataba a mis hijos.
― Cariño, tenemos un problema, ― expuse
mirándola.
―¿Qué pasa ahora? ― comentó ella,
enfadándose.
―Veras, los chicos van a venir,
para acá en menos de 15 minutos.
― Ósea se acabó la luna de miel,
pues también te quedas sin polvo. ― gruñó ella agresiva.
―¿Pero por qué? ― pregunté yo.
― Porque yo quiero, así que me
voy a cambiar. ―indicó metiéndose dentro del baño.
YO mato a mis hijos, me quedé sin polvo por culpa de esos
desgraciados, yo los mato. En fin resignación, me fastidiaba mucho, pero ella
los mataría antes.
Llamaron a la puerta 10 minutos después de meterse Ana, en la
ducha, abrí la puerta y los vi con esa carita de gatito bueno. Les indiqué que
entraran. Los mataba. Yo cometía un asesinato.
Vi a mi mujer salir de la ducha, con vaqueros y camiseta, y
deportivas. Me sonrió, y miró a mis hijos.
― A vosotros dos os voy a matar.
Ahora me voy a buscar a mis niñas, cuando vuelva os vais a enterar ―expuso
suavemente, mientras salía por la puerta.
― Vaya, estáis en un buen lío,
por su parte y por la mía, explicaos, ya. ― ordené.
pobre Carlise y Ana, que les han cortado todo el rollo, ya podrían haber esperado un poco los dos
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