miércoles, 23 de noviembre de 2016

Clases Particulares con el Doctor Cullen + 18: 19 CAPITULO

Hola miles de gracias a quienes lo leéis, recordad que me nutro de seguidores y comentarios, espero que lo comentéis. Hoy nos vamos de luna de miel. 

Como siempre os digo, si veis algún fallo decírmelo, lo he repasado pero siempre queda algo, gracias. :) 


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POV Carlisle

Isla Cullen, como cariñosamente la habían apodado los niños. En realidad, se llamaba Isla del Doctor Cullen, como la había escrito en las escrituras.

Mi mujer dormía en el asiento contiguo, y la pobre y mis cuñadas iban iguales o peor, tanta fiesta no es podía ser bueno.

Alice me había asegurado que se iban aportar bien e iban a dormir todo el camino, que era largo.

Vi a Edward y a Emmett, echar pulsos, así que me levanté a dar una vuelta, mientras el mundo dormía.

Me llegó una camarera para decirme que estábamos llegando a nuestro destino, que me sentara. Hice eso y a la vez desperté a Ana, y me miró, susurré “ya hemos llegado”.

Cogimos un barco en el puerto, y nos dirigimos a nuestra isla, el caso es que veías a Edward mirando a Emmett con cara de lujuria.

Suerte que tardamos 10 minutos en llegar, Emmett cogió a Nuria en brazos, Edward también a Sofía, y yo hice lo mismo.

Cada uno a una casa, yo en mi caso, a la de Azul, Emmett se la llevó a la más grande donde tenía todo su arsenal de juguetes...., y Edward se la llevó a la que estaba en la playa.

EDWARD Y SOFIA

Edward estaba nervioso, nunca antes había dado tanto amor, como ahora, él sabía que a ella le iba a encantar la casita de la playa, porque tenía unas grandes vistas.

Ella estaba preciosa, siempre lo había sido, la estaba dejando tiempo para ella, para arreglarse, y descansar, me había pedido que me fuera a dar una vuelta, así que decidí irme al mar un rato, a darme un gran remojón.


Supe que ya estaba lista porque sus pensamientos eran de lo mejor, se había cambiado 3 veces de ropa, al final se había decantado por un conjunto de lencería negro con partes rosas.


Me estaba poniendo cachondo solo con imaginármela con ello puesto. Así que me arriesgue, a ir, llamé a la puerta y me abrió, no la dio tiempo a decir nada, me tiré con ella encima de una cama, y empecé a recorrer sus labios con mi boca, su pelo con mis manos, no la dejé ni moverse, solo deseaba comérmela y devorarla.

Su sangre me llamaba, no sabía como era posible, había conseguido estar tranquilo hasta ese momento, tuve que parar, ella estaba temblando, no se si de emoción, o de miedo. Intenté leer sus pensamientos, pero no lo conseguí, «que me estaba pasando».
La oí susurrar “Edward sigue por favor” ósea que le estaba gustando, así que seguí jugando con mi lengua por su cuerpo, pero mi mente quería morderla el cuello, así que paré de nuevo, y fue cuando ella tomó las riendas de la situación, me mantuvo en la cama, debajo de ella, sus manos subían y bajaban por cada centímetro de mi cuerpo, no comprendía como podía ser que ella fuera más poderosa que yo.

Empezó a bajar suavemente, por mi piel, hasta llegar a mi parte sexual, mi órgano, estaba eréctil, completamente, lo masajeó hasta que estuvo más duro de lo habitual, empecé a notar que me iba a correr en sus manos, así que decidí, dar la vuelta a la situación, eso le gustó, la voltee y fui a tocar su sexo, estaba caliente y húmedo, le fui introduciendo dedos uno a uno, hasta que estuvo a punto de correrse en ese momento le introduje mi miembro, y fue un momento de explosión, fui más rápido, cada vez hasta que se corrió y me corrí.

La dejé descansar, y me fui a dar un paseo, necesitaba hablar con mi padre, había tenido un momento de debilidad. Que podía haber costado una vida.

EMMETT Y NURIA

Emmett le había dicho a Nuria, que no se pusiera ropa, que mejor desnuda, ella había aceptado con la condición de que él fuera con un boxer negro de cuero.

Emmett se había dedicado a sacar sus cosas, para que ella las viera, ella estaba un pelin acojonada con tanto material disponible.

Espuma de cerezas con nata, Octopus, los tentáculos del placer, Esposas de suave satén, Pala de piel Pink Deluxe, bolas chinas, Juego erótico Fantasy Play, Estimulador de pezones multivelocidad en rosa, y vendas para los ojos.

Cuando vio el estimulador pegó un jadeo, que sonó en toda la habitación, Emmett levantó la cabeza, y se acercó suavemente a ella, la besó tiernamente, y la dijo susurrando “nunca he estado con una chica como tu”

Él se acercó de nuevo a sus juguetes, y cogió la venda para los ojos, y se la puso, a ella, que estaba nerviosa, él le puso el estimulador de pezones para que fuera poniéndose a todo ya que él ya lo estaba. Ella notó el estimulador, y empezó a jadear, se estaba poniendo a tono.

La quitó es estimulador, la esposó al cabecero, juntando sus manos arriba de su cabeza, haciendo que los pechos subieran de tamaño, además la abrió con suavidad las piernas enganchando otro juego de esposas a sus pies en la cama. Continuó untándola de espuma con nata, por zonas como los pezones, el hombriguito, su sexo.

Y una vez así la empezó a lamer, con su boquita y su lengua, recorriendo cada rincón cubierto de espuma.

Realmente acabó dejando al lado los juguetes, porque para juguete ya tenía a su muñeca a su lado, la quitó las esposas, y la empezó a besar suavemente el cuello, tuvo la misma tentación de Edward morderla y merendársela, pero el autocontrol de él fue mejor.

La acarició suavemente el cuerpo, y luego la abrió los labios inferiores y empezó a comerse su sexo, una vez, dos, así hasta que se pusiera, cuando estaba a punto de correrse ella, dejó de hacerlo, y la fue penetrando poco a poco, dentro fuera, cada vez mas rápido, tanto que ella gritaba de placer, tan suavemente le hizo el amor a su mujer que ni ella lo creía cuando ambos se corrieron.

La dejó descansando, mientras él se iba a dar una vuelta, cuando vio, a Edward, allí, se acercó.

―Hermanito que ocurre ― indicó Emmett preocupado.
―Casi la muerdo, casi la mato ―expresó Edward.
―Pero no lo hiciste, ¿No? ―preguntó Emmett.
―No, pero voy a hablar con Carlisle, se que tu también has tenido tu momento de debilidad. ¿Vienes? ―comentó Edward.
―Sí, déjame que la deje una nota a mi nena. ―apuntó, Emmett, la dejó la nota, diciéndole donde iban a estar.

CARLISLE Y ANA

Carlisle estaba seguro, de resistirse ante Ana, la cual, para disfrute mío, se había vestido para la ocasión.



Ella era una niña mala, se había disfrazado de colegiala, sabiendo que eso me ponía y mucho.

Quise ir a por ella pero me lo impidió, se acercó a mí, y me susurró.

―Tranquilo, profe, aun no hay que empezar. ―Eso me hizo ponerme más aun.
―Tú lo que quieres es matarme, ¿verdad? Diablesa ―Le dije.
―¿Yo?, pero si ya estas muerto, quédate ahí quieto ―me indicó.

La miré embobado, que pensaba hacerme, dios, me quería morir, de nuevo. Puso música para la ocasión. Y se puso a bailar suavemente alrededor de mí.

Sensualmente, mientras yo quería hacer algo, pero ella era la que mandaba, empezó a quitarse la ropa, poco  a poco, uff, me estaba poniendo a 100. En ese momento sonó el móvil, quien sería ahora. Me pregunté.

Ella puso mala cara, no me extrañaba, vi el número, Alice. Que habría visto.

―Cariño es Alice, lo cojo, ¿vale? ―la dije mirándola sonriendo.
―Venga vale, pero solo por ser Alice. ―expuso paciente.
―Dime, Alice, ¿qué pasa?
―Carlisle es Edward, le he visto mordiendo el cuello a Sofía, pero se ha controlado, creo que van a ir a verte los dos, él y Emmett. Así que si quieres polvo con tu mujer, date prisa, tienes menos de 15 minutos. ―explicó ella.
―Gracias, Alice, se lo comentaré. ― expuse, yo resignado. Ella me mataba y mataba a mis hijos.
― Cariño, tenemos un problema, ― expuse mirándola.
―¿Qué pasa ahora? ― comentó ella, enfadándose.
―Veras, los chicos van a venir, para acá en menos de 15 minutos.
― Ósea se acabó la luna de miel, pues también te quedas sin polvo. ― gruñó ella agresiva.
―¿Pero por qué? ― pregunté yo.
― Porque yo quiero, así que me voy a cambiar. ―indicó metiéndose dentro del baño.

YO mato a mis hijos, me quedé sin polvo por culpa de esos desgraciados, yo los mato. En fin resignación, me fastidiaba mucho, pero ella los mataría antes.

Llamaron a la puerta 10 minutos después de meterse Ana, en la ducha, abrí la puerta y los vi con esa carita de gatito bueno. Les indiqué que entraran. Los mataba. Yo cometía un asesinato.

Vi a mi mujer salir de la ducha, con vaqueros y camiseta, y deportivas. Me sonrió, y miró a mis hijos.

― A vosotros dos os voy a matar. Ahora me voy a buscar a mis niñas, cuando vuelva os vais a enterar ―expuso suavemente, mientras salía por la puerta.
― Vaya, estáis en un buen lío, por su parte y por la mía, explicaos, ya. ― ordené.

1 comentario:

  1. pobre Carlise y Ana, que les han cortado todo el rollo, ya podrían haber esperado un poco los dos

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Bienvenido, me encantan los comentarios, pero ten respeto, yo te lo agradeceré.