viernes, 6 de enero de 2017

Clases Particulares con el Doctor Cullen + 18: 38 CAPITULO

Ya sabéis esto es un fan Fiction. 
Hola miles de gracias a quienes lo leéis, recordad que me nutro de seguidores y comentarios, espero que lo comentéis. Hoy tenemos...Que clase de Vampiro Soy.  

Como siempre os digo, si veis algún fallo decírmelo, lo he repasado pero siempre queda algo, gracias. :) 


Nº De registro en Safe Creative: 1606188173629

La pregunta del millón porque una vampira, no podía alcanzar a oler, buena pregunta.

El caso fue que todos se quedaron flipados, y yo me sentí inútil así que me fui corriendo, escapé hacía el bosque, noté que me seguían supuse que era Carlisle, me paré y me quedé esperando a que llegara, pero me equivoqué no era mi marido, era....

―Espera, no huyas, no tienes por qué. ―Me dijo él.
―Ya, pero quien quiere a una vampiresa que no puede oler, ―susurré
―Carlisle, por ejemplo, tú eres su esposa, y siempre te querrá. ―Me volvió a decir.
―Puedes dejarme un rato, por favor, sola, le miré suplicante.
―Claro, si me necesitas, llámame y estaré a un paso de ti. ―Me sonrió.
―Gracias, Jasper. ―Sonreí.

Salió disparado para la casa, era raro, podía sentir, podía oír, pero no podía oler, que había dentro de mí, que fuera mal. Me sentía como una humana, sin olor.

Miré para atrás, sabía que Carlisle no me dejaría mucho rato asolas, así que me dediqué a observar todo, vi flores, árboles, un mundo feliz, donde yo no encajaba.

Me deslicé hacía la casa, vi que el pequeño Bill estaba jugando con Rose, me acerqué y ella me vio y me sonrió.

―Has vuelto, Ana, mira el pequeño, esta bien, no te preocupes. ―Me susurró
―Sí, ¿Puedo cogerlo?, por favor, susurré
―Claro que sí, mi amor, me dijo Carlisle agarrándome de la cintura y besándome el cuello.
―¿Me sigues amando?, ―pregunté.
―Siempre, aunque fueras un bicho raro, te amaría. Además puede no ser un defecto, sino algo mas profundo, déjame verte. Amor. ―dijo él tiernamente.

Mientras yo cogía al pequeño Bill en brazos mi marido me miró de arriba abajo, quizás solo quizás fuese un defecto de fabrica pensé.

―Jajaja, no lo creo Ana, tú no tienes defectos de fábrica. ―dijo Edward.
―Eso lo dices tú, ―dije sin ganas.
―Ya empezamos, creo que tu mujer está deprimida, ―dijo Edward.
―Ana, cariño, te vamos a llevar de tiendas, ―dijo Alice.
―No, yo quiero irme de aquí, algún lugar donde no tenga que oler, nada. ―dije, saliendo huyendo con el niño en brazos.
―¡Ana! Para por favor, cariño, el bebé no tiene la culpa, ven dámelo, ―dijo Carlisle parándome en seco.
―Lo siento, ―dije, intentando no “llorar”
―Ven aquí, mi amor, yo te cuidaré. ―me dijo Carlisle, dándome besitos.

Me agarró por la cintura, mientras yo me cubría la cara, y de la otra mano, llevaba agarrado al pequeño Bill.

―Sabes cariño, he pensado que quizás deberíamos irnos un tiempo, los dos solos, sin el pequeño. ―me susurró.
―¿A dónde iríamos?, ―dije mirándole.
―Al paraíso, vamos a casa, para que te vean las niñas y sepan que estas bien.

Diciendo eso me cogió de la mano, y nos fuimos para casa, las niñas estaban preocupadas por mí, y la familia también.

POV Carlisle

Decidimos irnos unos días a Alaska, con mis primas, para ver si así se le pasaba el mal rollito que tenía mi preciosa vampiresa.

Mientras investigaba porque razón no podía oler, ya que respirar si podía, en definitiva era raro.

Además Ana tenía un don bastante peculiar, si Jasper, podía usar los sentimientos de los demás, ella podía controlar el tiempo y los animales, es decir, era mi superheroína.

Estuvimos en Alaska durante 3 semanas, y comprobé que el problema de mi mujer, no residía en que no pudiese Oler, era que cuando siendo humana, al instarme a seducirla la golpee y la partí la nariz reduciendo la posibilidad al olfato, así que realmente había perdido el sentido del olfato, tampoco lo necesitaba mucho porque siempre podía saber que era lo que olía o no mal.

Para mi era perfecta.

Una noche, me tenía acorralado en la cama, ella encima mío, sin yo poder moverme, besándome y acariciándome con su lengua, cuando me di cuenta lo hermosa que era.

La dejé hacerme el amor, era delicada, y me empezó acariciar con su lengua y sus besos desde la planta de los pies hasta mi sexo, pasando suavemente, y acariciándome por todos los rincones de mi cuerpo, de ahí se centró en mi sexo, mordiéndolo y chupándolo con mayor intensidad, y con mayor fuerza que la vez anterior, me di cuenta que ella deseaba enseñarme lo feliz que era, dios, y tanto, noté como me ponía a mil, la aparté y la senté encima mío para correrme encima de ella, y cabalgar juntos. Me levanté y me tumbé encima suya para llegar a sus pechos y acariciarlos con mi lengua juguetona, así seguí hasta que ella y yo llegamos al clímax a la vez.


Fue la mejor noche de toda mi vida.

1 comentario:

Bienvenido, me encantan los comentarios, pero ten respeto, yo te lo agradeceré.